Josefina de la Torre Millares, protagonista del día de Las Letras Canarias 2020
por Covadonga García Fierro y Kenia Martín Padilla
Josefina de la Torre es conocida como una de las voces más brillantes de la Generación del 27, especialmente en el campo de la poesía. No obstante, si hay una característica que define su trayectoria es su capacidad para desarrollar distintos talentos. No en vano, su trabajo creativo abarca la poesía, la novela, el guion cinematográfico, el canto, el teatro, el cine y la televisión.
Desde niña, Josefina de la Torre vivió inmersa en la cultura y en el arte. Nació en 1907 en Las Palmas de Gran Canaria, en una familia burguesa, los Millares, que dio a luz a grandes pensadores, pintores y poetas. Al calor de sus tertulias crece Josefina, que comienza desde muy niña a componer poemas. Más aún, con solo trece años empieza a publicar poemas en algunas de las revistas más importantes de la época, como España, Alfar, Verso y prosa, La Gaceta Literaria o Azor. Al parecer, es en el seno familiar donde se revela la calidad artística de Josefina y se fundamenta su vocación como cantante y como actriz. Su abuelo, Agustín Millares Torres, había construido un pequeño teatrillo en su casa de Las Canteras, donde organizaba numerosas zarzuelas y obras teatrales en las que intervenían todos los miembros de la familia. La música tenía también un enorme protagonismo, porque muchos familiares tocaban distintos instrumentos y solían dar recitales nocturnos de música clásica. Años más tarde, Josefina y su hermano Claudio toman la batuta creando el Teatro Mínimo, que es el nombre con el que se conoce a una serie de representaciones que los hermanos comenzaron a organizar en periodos vacacionales.
Cuando Claudio de la Torre recibe el Premio Nacional de Literatura en 1923 por su novela El señor de vida alegre, Josefina lo acompaña a Madrid, donde perfecciona su capacidad para el canto en la Academia de Dahmen Chao y ofrece varios recitales que fueron muy bien acogidos por la crítica. Hemos de recordar que, además de su aptitud para el canto, Josefina tocaba el piano, el violín y la guitarra. Entre 1926 y 1935, realiza distintas estancias en la capital. Allí, conoce a escritores como Alberti, Lorca, Concha Méndez o Ernestina de Champourcin, entre otros grandes autores y autoras. Justamente en el célebre año de 1927, Josefina publica Versos y estampas, su primera obra poética. Esta plaquette es editada por la revista Litoral. Como presentación de honor, Pedro Salinas se encarga de elaborar el prólogo, en el que la bautiza como “muchacha-isla”. En 1930, publica su segundo libro en verso, Poemas de la isla.
Es necesario tener en cuenta el contexto en el que Josefina de la Torre se abre al mundo. Los viajes a Madrid y la ebullición creativa de la que ella forma parte en su juventud tienen lugar durante la II República Española (1931-1936), una época de enormes avances en igualdad: la adopción de medidas como la igualdad jurídica y el derecho al voto de la mujer, el matrimonio civil y el divorcio, buscaban la autonomía de la mujer en una sociedad que hasta el momento había quedado anquilosada. Cuando su hermano Claudio se muda a los estudios franceses de la Paramount en Joinville, la artista se introduce también en el mundo del cine. En 1931 visita por primera vez los estudios y empieza a colaborar como actriz de doblaje. Existe poca documentación al respecto, pero se sabe que en 1933 pone la voz a Marlene Dietrich en la película El cantar de los cantares (The song of songs), dirigida por Rouben Mamoulian, y que en 1934 interviene en el doblaje de Miss Fane’s baby is stolen (Un secuestro sensacional), dirigida por Alexander Hall, en la que dobla a la protagonista, Dorothea Wiek, y en la que también interviene como doblador Luis Buñuel.
En 1935, Josefina de la Torre se instala definitivamente en Madrid, con el objetivo de consolidar su carrera como soprano. En 1936, ofrece un concierto en la Residencia de Estudiantes de Madrid, interpretando obras de Fauré, Debussy, Esplá y Saint-Saëns. Pero, entonces, estalla la Guerra Civil Española, lo que obliga a Josefina, a Claudio y a la esposa de este, Mercedes Ballesteros, a tomar rumbo hacia Canarias.
En 1937 aparece La Novela Ideal, colección en la que Josefina de la Torre publica, bajo el seudónimo Laura de Comminges, varias novelas de quiosco, con temática amorosa y de misterio. Se trata de una parte de su obra muy desconocida, en parte, porque este tipo de literatura no ha gozado del prestigio o de la atención que la crítica le podía haber prestado, al considerarla “literatura de entretenimiento”. En 1940, ya finalizada la guerra, vuelve a Madrid para debutar como actriz en el Teatro Nacional María Guerrero, con la obra La rabia, libreto basado en La cena del Rey Baltasar, de Calderón de la Barca, y se convierte en la primera actriz de la compañía.
Su trabajo como actriz de cine comienza en 1942 y se prolonga hasta 1945. Interviene en las películas Primer amor (donde también trabaja como ayudante de dirección, sustituyendo a su hermano Bernardo, que se encontraba enfermo) y La blanca paloma, ambas dirigidas por Claudio de la Torre; Y tú, ¿quién eres?, de Julio de Flechner; Misterio en la marisma, de Claudio de la Torre; El camino del amor, de José María Castellví (que recibió grandes elogios de la crítica); Una herencia en París, de Miguel Pereira y La vida en un hilo, de Edgar Neville. Pero quizás la cima de su carrera cinematográfica se produce en su colaboración no solo como actriz, sino también como guionista, en la película Una herencia en París, dirigida por el mejicano Miguel Pereira. En esta ocasión, Josefina elabora el guion a partir de una novela suya titulada Tú eres él, por el que recibe un accésit en los premios del Sindicato Nacional del Espectáculo.
Aunque nunca consiguió papeles protagonistas, ni siquiera de la mano de su hermano Claudio, Josefina logró gran reconocimiento, llegando a ser portada de la revista de cine Primer Plano en 1943 y 1944, y colaborando con artículos como el célebre Aquellos tiempos de Joinville y algunas entrevistas a actores. En 1944, se incorpora como primera actriz del Teatro Invisible de Radio Nacional, donde permanece hasta 1957, año en el que entra a formar parte del cuadro de actores de La Voz de Madrid, consolidando así otra faceta: la del teatro radiofónico. En 1946, funda su propia compañía teatral, la Compañía de Comedias Josefina de la Torre, junto a su marido, el también actor Ramón Corroto. Lleva a escena aproximadamente quince obras, siempre con su hermano Claudio como director artístico.
En la década de los cincuenta, cuando su labor como actriz de teatro alcanza su clímax, publica dos novelas cortas: Memorias de una estrella y En el umbral (1954). Lo curioso es que la primera de ellas tiene por personaje principal, precisamente, a una actriz de cine. Asimismo, entre la producción de Josefina se cuenta con algunas adaptaciones teatrales, como la de Una mujer entre los brazos (1956), de Rafael Materazzo.
En los años sesenta, Josefina de la Torre decide reinventarse en la historia del espectáculo para participar en la televisión, industria cada vez más potente. En 1966 actúa junto a Rafael Navarro en El cumpleaños, de la célebre serie Historias para no dormir, dirigida por Narciso Ibáñez Serrador. Entre 1969 y 1973, rueda para televisión española los episodios Los verdes campos del Edén (1969), Esperando a Godot (1969) y Ajax (1970), en la serie Teatro de siempre, y otros como David Copperfield (1969), Nora (1970), Un futuro imposible (1970), La condesa de Bureta (1972) y La actriz (1973). Diez años más tarde, cuando Josefina tenía más de setenta años, vuelve a aparecer en la serie de Televisión Española Anillos de oro, dirigida por Pedro Masó, en los capítulos Cuestión de principios, ¿Por qué has tenido que hacerme esto? y Dejad que vuelen los pájaros.
En 1968, publica su tercer poemario, Marzo incompleto, y forma parte del elenco de Sonrisas y lágrimas, cuya primera versión española se estrena en el Teatro de la Zarzuela en Madrid. En 1989 se publica, bajo el título Poemas de la isla, su obra poética reunida, que incluye un libro inédito: Medida del tiempo. En 1999 se publica la edición bilingüe (español e inglés) Poemas de la isla, en Estados Unidos, dirigida por Carlos Reyes, editor y profesor de la Eastern Washington University.
Josefina de la Torre es nombrada Miembro de Honor de la Academia Canaria de la Lengua en el año 2000. En 2001, es considerada una de las cinco poetas españolas más relevantes de los años 20 y 30 del siglo XX, según la Associated University Press de Nueva York; y se inaugura en la Residencia de Estudiantes de Madrid la exposición Los álbumes de Josefina de la Torre: La última voz del 27, que posteriormente recorrería varios puntos de Canarias. La poeta asiste, a sus noventa y tres años, al acto de inauguración, y esta constituye su última aparición pública.
Tras su fallecimiento, se han sucedido numerosos homenajes a Josefina de la Torre. Por ejemplo, en 2003, la Academia Española de las Artes y las Ciencias Cinematográficas la destaca entre las personalidades del cine español recientemente fallecidas en la gala de los Premios Goya. También cabe destacar el centenario de Josefina de la Torre, que coordinó con gran acierto la profesora y especialista Alicia Mederos.
Hoy en día, Josefina de la Torre es, junto con Pedro García Cabrera y Pino Ojeda, una de las autoras canarias de cuya obra se examina el alumnado en la EBAU. No obstante, a pesar de formar parte del currículo educativo de 2.º de bachillerato y de ser una de las autoras más importantes de la literatura del siglo XX en Canarias, continúa siendo un referente un tanto desconocido por la ciudadanía, probablemente, porque su condición de mujer ha impedido que la crítica literaria y el sector editorial hayan abrazado su obra con la consideración de la que gozan sus compañeros de generación varones. En este sentido, uno de los grandes retos a los que se enfrentan las administraciones públicas es visibilizar la contribución que han hecho las mujeres a la cultura.
Si echamos la vista atrás, vemos que el Día de las Letras Canarias ha sido dedicado, desde 2006, a once autores, frente a solo tres autoras (María Rosa Alonso, Mercedes Pinto y Pino Ojeda); y el Premio Canarias de Literatura ha recaído en dieciocho escritores desde 1984, frente a solo dos creadoras (María Rosa Alonso y Cecilia Domínguez Luis). Este balance es sumamente negativo, pues es obvio que en Canarias han existido y existen excelentes creadoras cuyo trabajo es muchas veces desatendido, cuando no olvidado o ignorado. Nombres como los de Pino Betancor, Olga Rivero Jordán, Natalia Sosa Ayala, Pilar Lojendio, Nivaria Tejera, Elsa López o Isabel Medina -homenajeada por el Gobierno de Canarias en octubre de 2019, en el Día de las Escritoras-, sumados a muchos otros, como los ya citados Pino Ojeda, María Rosa Alonso, Mercedes Pinto y Cecilia Domínguez, son imprescindibles para comprender la tradición literaria del siglo XX en el archipiélago.
En 2020, el Día de las Letras Canarias se dedica a Josefina de la Torre, que constituye no solo un ejemplo de talento multidisciplinar y excelente trabajo creativo, sino también, un ejemplo de superación personal ante los estereotipos de género. Entre las múltiples actividades que se sucederán a lo largo de todo el año, cabe destacar el acto institucional, que tendrá lugar el 2 de marzo en Las Palmas de Gran Canaria; la reedición de su poesía completa por la editorial Torremozas, que se presentará en Tenerife el 3 de marzo; así como las ediciones que está elaborando la Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias: la reedición de la novela Memorias de una estrella, cuya presentación está prevista para el Día del Libro; así como la publicación de buena parte de la narrativa inédita de la autora, que se presentará en diciembre de 2020 como broche de oro a esta edición del Día de las Letras Canarias.
Artículo “Josefina de la Torre: Día de las Letras Canarias 2020” Suplemento Cultural El Perseguidor, Diario de Avisos (23 feb.). En coautoría con la doctora Kenia Martín Padilla.
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