En septiembre de 2015, tuve el inmenso honor de ser la pregonera en las Fiestas Lustrales del pueblo que me vio crecer, Adeje. Pero, por si aquella experiencia no fuera de por sí maravillosa, en septiembre de 2025, he vuelto a sentirme honrada y agradecida por poder presentar a Elsa López en la Gala de Exaltación de la IV Visita Lustral. Una mujer a la que admiro profundamente, no solo como escritora, pensadora e investigadora, sino también como ser humano. A continuación, reproduzco el texto de presentación que escribí para el evento:
ELSA LÓPEZ EN LAS FIESTAS LUSTRALES 2025
Señor alcalde, miembros de la corporación municipal, autoridades presentes, vecinas y vecinos de Adeje, amigos todos:
Mi nombre es Covadonga García Fierro, he crecido en este pueblo y tengo el inmenso honor de presentar esta noche a nuestra querida pregonera. Sin embargo, he decidido no hacerlo a través de una biografía al uso, con un listado de libros escritos, cargos desempeñados y distinciones recibidas, ya que considero que esto todos y todas lo podemos rastrear fácilmente en internet y me gustaría presentarla dejando que hable mi corazón.
Hay nombres que suenan a mar, a viento, a infancia y a verdad. Nombres que, al ser pronunciados, traen consigo una estela de palabras que acarician, de versos que enraizan, de recuerdos que nos pertenecen a todos. Elsa López es uno de esos nombres. Una mujer que ha hecho de la poesía un hogar, del pensamiento un refugio, y de la memoria, una bandera que no se rinde al olvido.
Nacida en una tierra lejana, bañada por los soles de África —Santa Isabel, en la antigua Fernando Poo—, Elsa llegó a La Palma siendo apenas una niña. Allí, en la isla que acabaría convirtiéndose en su patria del alma, creció entre volcanes, campos y cielos infinitos. Esa geografía salvaje y mágica no la abandonaría nunca: se convertiría en el latido secreto de su obra, en la savia que nutre cada palabra, en el susurro constante que acompaña a su voz.
Pero Elsa no se quedó quieta. Se formó, se rebeló, pensó, escribió. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, donde también ejerció como profesora y pensadora comprometida. Su curiosidad infinita y su amor por la verdad la llevaron a convertirse en una gran investigadora de la identidad canaria, del folclore, de la cultura que habita en las raíces más humildes del pueblo. Y lo hizo con respeto, con profundidad, con amor.
Su mayor legado es —y será siempre— la palabra. Elsa López es, por encima de todo, poeta. Una poeta que no escribe para deslumbrar, sino para acompañar. Sus versos no pretenden imponerse: se deslizan, se infiltran en quien los lee, y allí, en la herida de la vida, construyen su nido. Tratan del amor, sí, pero también del desamor, del dolor, de la pérdida, de la belleza rota que habita en lo cotidiano. Su poesía es humana, terrenal, cercana. Tiene el sabor de la sal, la textura de la tierra mojada, el aroma de las adelfas en verano.
Ha dirigido numerosos proyectos culturales. Fundó Ediciones La Palma, levantó puentes entre generaciones de escritores, impulsó a los nuevos —a los más jóvenes—, rescató a los olvidados —quienes, a menudo, eran en realidad las olvidadas—. Fue directora de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, y allí también dejó su huella de generosidad y talento. Porque Elsa no es solo quien escribe: es quien cree en los otros, quien comparte, quien construye comunidad.
En su caminar, ha sido honrada con premios nacionales e internacionales, medallas, distinciones como el Premio Canarias de Literatura, el mayor galardón en nuestro archipiélago. Pero hay algo que va más allá de cualquier reconocimiento: Elsa López ha sido y es una sembradora de luz. Ha defendido la cultura como un derecho, la isla como un universo. Ha demostrado que escribir también es una forma de resistir, de sanar, de amar. Y que la palabra puede también convertirse en grito, en arma, en llamarada.
Hoy, su nombre forma parte del paisaje íntimo de las letras hispánicas. Pero, sobre todo, está grabado en el corazón de quienes la leemos. Elsa es la voz que uno escucha cuando todo lo demás calla. En sus artículos de opinión, es la que pone palabras donde antes solo había silencio. En sus novelas, la que recuerda que aún hay belleza, aún hay memoria, aún hay un nosotros que vale la pena defender. Elsa no es una poeta lejana. En cada poema suyo habita una isla. Y en cada isla, un corazón que sigue latiendo al ritmo de la ternura y el compromiso.
Señoras y señores, con todos ustedes, Elsa López.
En este enlace puedes ver la Gala de Exaltación de la IV Visita Lustral (Fiestas Lustrales de Adeje, 2025): Gala completa.
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